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FRANCISCO “EL MORO” II: LA MORDIDA

Por: Germán Ramos González\r\n\r\nCapitulo 2\r\n\r\n Aquel día de verano caminaba como era su costumbre por la avenida Hidalgo, su paso era más pausado que de costumbre, parecía un reloj cuyas manecillas se mueven cada segundo, desde lejos lo alcance a ver, me aproxime con cautela, ya que estuve a pocos metros de distancia de él, le grite “hey Moro, que te pasa”, aquel tipo ni siquiera volteo a ver quien le hablaba, ni un gesto, un ademán, nada, simplemente siguió su camino hacia ninguna parte.\r\n Supuse que algo ocurría en aquella humanidad cansada, casi arrastraba los pies y su gabardina que alguna vez fue Burberry London, ahora era un trapo mugroso y decolorado arrastraba hasta el piso, una cachucha cubría su cabeza y parte de su cara. Sus zapatos cafés estaban a punto de dejar las suelas en el trayecto, pero El Moro jamás se detuvo, tenía un objetivo, quería tal vez llegar a algún lado, pero como saber a dónde, si ni siquiera se tomó la molestia de ver quien lo saludaba con curioso entusiasmo.\r\n Habían pasado algunos 10 días en que platiqué con él la última vez, y parecía como si fueran años, su figura cada vez era más desgastada, a pesar de que había prometido, como unas diez mil veces antes, que se alejaría de los vicios, evidentemente no era así.\r\n Por fin estuve a un metro de él, pensé en tocarlo del hombro para que detuviera su andar, pero luego vi que pasara lo que pasara, no se detendría, ni siquiera para atravesar las calles, los carros tenían que hacer alto obligatorio para que cruzara “Su Señoría”. Lo seguí de cerca sin hablar, así por unas cuadras, hasta que también me decidí y me pare enfrente de él.\r\n Hey Moro, ¿para dónde vas?, le dije, por fin levanto un poco su mirada y alcance a ver sus ojos vidriosos, profundos, una mejilla estaba presionada de lado, así como cuando alguien se golpea un dedo y hace la mueca para minimizar el dolor. No me quedó duda de que algo malo estaba pasando a aquel hombre. No dijo nada, solo señaló con su mano su pierna derecha. Fijándome bien, pude ver que tenía unos orificios pequeños, me agache y estaba mojada esa parte, era sangre.\r\n Resulta que por la mañana, escudriñaba un bote de basura y un can lo vio como rival y lo atacó, ni pudo hacer nada para defenderse, las fuerzas no le alcanzaban. Simplemente se tiró al suelo y se fue arrastrando lejos del perro, quien sin embargo le alcanzó a dar tremenda mordida en la parte de la espinilla, donde los filosos colmillos se habían clavado y aunque tal vez ni sentía el dolor, si le provocaban una molestia que se le manifestaba al caminar. Lo lleve a la Cruz Roja, donde con tijeras le rasgaron el pantalón que tenía más de un mes que no se lo quitaba, le hicieron curaciones y le pudieron una venda. Allí pude ver que la deshidratación de su piel era muy grave…\r\n\r\nContinuará….\r\n\r\nSiga esta historia en: www.radartecatenews.com\r\n

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